sábado, 11 de octubre de 2008

Minuet

sale un poco desfasada pero ahi está... de mis manos... para que la escuches cuando quieras...

Celular

La reunión no estuvo para nada buena, no fueron quienes yo esperaba y, para variar, fueron algunos que no quería encontrar. Por supuesto, los demás se habían quedado en sus casas o se habían reunido aparte para ver el partido de la selección. Como sea, y como casi siempre ocurre, busqué la forma de pasarla bien a mi manera y no se me ocurrió mejor idea que recorrer el lugar; aproveché el pequeño caos del ir y venir de los ayudantes contratados, y mientras ellos (y ellas) se llevaban las viandas de vuelta a la cocina yo me perdí entre los rincones de la casa buscando algún televisor. Así estuve un buen rato sin encontrar ninguno y sin encontrar tampoco algo que me llamara demasiado la atención, "qué cagada de reunión" pensé sin imaginar lo que estaba a punto de suceder...

Ella nunca dijo su nombre y yo tampoco me molesté en preguntárselo, mi vista estaba perdida en ese celular.

- Señor, estaba entre las cosas de la mesa - dijo ella, invitándome a tomar el aparato.

- Ok, no te preocupes. Dámelo - la despedí - yo me encargo de devolverlo - agregué con una sonrisa fingida. "¡Ni cagando!.¡Qué paja, esta huevada!.¡Queda!" pensé mientras presionaba el botón que me haría ser el nuevo dueño: OFF.

Suficiente! mi suerte había cambiado! me retiraría triunfante de esa reunión. Llamé a tu mamá y le hice señas para irnos. Ella, por supuesto, la estuvo pasando tan mal como yo. Lo supe al ver que sus ojos dejaron escapar una mirada de alivio y complicidad.

No te voy a contar de quienes y de quienes no me despedí. Pronto estuvimos los tres en el taxi. Tú, ahí atrás en los brazos de mamá, no tardaste más de un par de cuadras en quedarte dormido, arrullado por el viaje.

El taxi avanzó rumbo a la Javier Prado. Hora de apreciar mejor mi nueva adquisición. Lo saqué del bolsillo y lo primero que noté al prenderlo fue que el chip no estaba bloqueado, puse el modo silencioso y me divertí un buen rato probando sus características, sin que tu madre lo notara. Nadie había llamado a reclamarlo.¡Excelente!

Unos minutos después, ahí estaba, la moto era negra, el conductor vestía ropa bastante oscura como para no llamar la atención, una casaca vieja y un casco que en sus mejores años debió ser verde. Su acompañante en cambio no tenía casco, en su lugar llevaba unas gafas oscuras que la neblina limeña no justificaba, vestía muy similar a su compañero, pero en vez de botas llevaba unas zapatillas que, seguramente, eran blancas. Lo que sí tenía este último era otro celular que no tardó en hacerme notar mientras sus dedos marcaban un número. Ambos llevaban guantes. Antes de que cambie la luz, el vibrador de mi nuevo celular puso en evidencia a quién estaba llamando ese sujeto. No contesté hasta que la luz cambió a verde y el taxi avanzó. Nervioso, acerqué el celular a mi vista y el texto de la pantalla confirmó mi sospecha: "Número restringido".

- Aló

- ¿Te gustó mi celular?

- Qué quieres, huevón.

- ¿Con quién hablas?¿De quién es ese celular? - preguntó tu mamá.

- Mira por el espejo - fue lo último que escuché antes de que me cortaran la llamada.

La moto no tardó en alcanzar al taxi y antes de que se pusieran completamente a nuestra derecha pude notar que el sujeto del celular tenía una pistola.

-"Chasumare"! Te han estado marcando, "causa" - me increpó el taxista, mientras ponía el seguro a todas las puertas.

-Acelera!

-Eso hago pero es automático, carajo!

No sabía qué hacer. Era mi culpa. Todo el peligro al que te estaba sometiendo había sido por una estupidez mía!. Y si hubiera hablado? y si hubiera preguntado "de quien es este celular"? alguien más pendejo que yo hubiera dicho "mío" y lo hubieran seguido a él. Porqué tenía que habérmelo quedado! No! Esa mujer ya me había escogido! Pero... qué querían?!!!

Tu madre, instintivamente, se había agachado colocándote en su vientre y protegiéndote lo mejor que podía con su cuerpo y sus brazos alrededor de tu cabeza.

El taxi había tomado la Javier Prado, con la esperanza de encontrar un patrullero sin éxito, el domingo de fútbol había dejado las calles prácticamente desiertas. La moto se acercaba, parecía multiplicarse para rodearnos por todos lados. El taxista trataba de hacerles perder el equilibrio, pero la destreza del otro conductor era superior. Me di cuenta que estos sujetos estaban decididos a todo cuando el primer disparo atravesó el parabrizas, mi brazo derecho y la puerta de mi lado. El grito de tu madre te despertó! tu llanto me hizo olvidar el calor infernal que la herida me causaba en el brazo. Un segundo disparo y el auto empezó a pegarse poco a poco a la derecha, el taxista había muerto. La adrenalina se apoderó de mis brazos que empezaron a dirigir el vehículo desde mi asiento, con el brazo izquierdo tomé el timón y enderecé la marcha, con mi cadera y mi brazo derecho hacía lo que podía por presionar la pierna del chofer para mantener la velocidad del taxi.

Esta vez la moto se acercó lo suficiente para notar que los tipos te buscaban a tí. Un tercer disparo destrozó el parabrisas y la mitad del espejo retrovisor. La moto cambió de lado para atacar por el lado del chofer. Adelante, pude notar la salida hacia la via expresa, pegué el carro lo más que pude al carril izquierdo para obligar a la moto a seguirme en esa dirección, y, quedándonos pocos segundos para tomar la salida, disminuí en seco la marcha quitando toda la presión de la pierna del cadáver y levantando el freno de mano con mi mano derecha. Giré el timón, con el resto de fuerzas que me quedaban. El vehículo saltó un sardinel para entrar a la salida hacia el "zanjón".

Lo que quedaba del espejo me dejó ver que la moto no había podido reaccionar a tiempo. Los habíamos perdido. Puse el peso de mi cuerpo nuevamente en la pierna del chofer y el auto aceleró por la rampa. Mientras yo perdía el conocimiento y lanzaba el celular por la ventana, el taxi invadió carril tras carril hasta llegar al sardinel central. No recuerdo mucho más de lo que pasó, lo último que ví fueron las luces del bus que llenaban el interior del vehículo mientras el aullido del claxon silenciaban el grito de tu madre mencionado tu nombre.



Y eso fue lo que me despertó a las cuatro y media de la mañana, sudando y con el corazón estallándome en el pecho. Instintivamente me toqué el brazo y comprobé que no habían heridas, balas, taxis, motos, choferes muertos ni celulares. Hace un momento te fui a arropar. Dormías como siempre, para el lado de los pies, con el chupón en el suelo y lejos de todo peligro.

A mi se me fue el sueño y me regresó la felicidad... mejor escribo esto y lo leo si es que por ahi me encuentro un iPhone3G.

Qué es eso? Cuando leas esto será una reliquia de celular. Quizás los celulares sean reliquias.

domingo, 5 de octubre de 2008

La Hora N


La recuerdo muy bien. La noche de la silla más despiadada del mundo. La mujer en su escritorio no me permitía entrar, pero yo sabía que pronto habría cambio de turno. Me hice de la colcha que tu abuelo me había dejado minutos atrás, acomodé mis piernas lo mejor que pude y me encogí en una posición que tú, a tus 40 semanas, ya conocías muy bien. Simulé quedarme dormido, contando los minutos, pensando en tu madre, en el dolor físico que tu lucha le causaba y en el dolor que me causaba a mi "esta maldita silla"; pensaba en el aroma del lugar y en tu llamado. Por fin, la mujer se retiró unos momentos para marcar su salida: era mi oportunidad. Me incorporé de un salto y me asomé a la puerta; allá, a unos 100 pasos estabas tú en la lucha más importante de tu vida: nacer.

Hola Nico, este es mi blog, y por supuesto, como ya te has dado cuenta, es tuyo también. Bienvenido!

TE AMO,

Papá.

PD.

A pedido de Kalya, incluyo el primer intento del personaje para el manga...